Por Mónica Uriel
(ANSA) - BARCELONA 9 FEB - Valentina Alferj, asistente de
Andrea Camilleri durante 17 años, fue la encargada de dar forma
a sus últimos libros cuando el escritor perdió la vista,
convirtiéndose en un "tubo catódico", cuenta en entrevista a
ANSA, en la que relata su experiencia.
Camilleri (1925-2019) no le dictaba, como se ha dicho, sino
que le pedía que escribiera lo que él le sugería, colocando los
personajes en un lugar y explicándole cómo tenían que
interactuar.
"Para mi era fácil escribir sobre personajes después de 20
entregas del comisario Montalbano que tú ya conoces
perfectamente y que son como tu familia", cuenta Alferj, que
participó esta semana en una mesa redonda sobre el escritor en
BCNegra, en Barcelona.
Es la primera vez que habla sobre su relación con su
"maestro" desde su fallecimiento.
En este tiempo no habló porque "fue una experiencia tan
íntima y privada que viví con él, que contarla me parecía
traicionarlo al principio. Necesitaba tiempo".
Camilleri "me formó en la escritura de sus novelas", dice
Alferj, que recuerda el momento en el que le pedía escribir.
"Yo respiraba y recuerdo la compacidad física, es decir,
convertirme en un tubo catódico y en el momento en que se me
había dado esa orden yo lo conseguía. Luego llegaba él, lo
corregía y seguíamos".
Alferj cree que lo consiguió porque "no tuve ninguna
aspiración literaria.
Si yo hubiese querido ser escritora habría comenzado a
cuestionar lo que él me decía".
Lo califica como una "verdadera magia" esa
"capacidad que teníamos tan fuerte de conectarnos".
Su relación con Camilleri, con quien durante 17 años, hasta
su muerte, pasó todos los días cuatro horas por la tarde -al
principio le leía las 10 páginas que escribía por las mañanas-,
era "familiar" y de hecho "lo veía más que a mis padres".
Lo describe como una persona "muy curiosa, generosa dando
consejos, que no se tomaba demasiado en serio, y decía que la
felicidad es como una mariposa, que se posa un momento y luego
se va".
Cuenta que el escritor siciliano le tomaba el pelo y le
decía: "Escribirás "Mi vida con".
"No sé si lo escribiré -responde-. Tengo apuntes y de
momento los ordenaré para no olvidar, porque la idea de
olvidarlo me da miedo, pero no sé si lo publicaré", señala
Alferj, en la actualidad agente literaria.
Cuando Camilleri perdió la vista en 2016, a los 90 años, "se
deprimió mucho" hasta que encontró esta forma de escribir.
Ayudada por Alferj escribió "Tirar del hilo" (2016) "La red
de protección" (2017) y "El método Catalanotti" (2018), todos de
la serie del inspector Montalbano.
En cambio, para "Riccardino", que había escrito en 2006 y se
publicó a título póstumo en 2020, el escritor, ayudado por
Alferj, realizó una revisión del lenguaje.
Camilleri y Manuel Vázquez Montalbán fueron muy amigos y de
él tomó el nombre para su inspector.
"Fue un homenaje a la lectura del libro "El pianista", de
Montalbán, pues gracias a ese libro resolvió el problema de "La
ópera de Vigatà", que no conseguía escribir porque no le
funcionaba el plano temporal, y al leerlo dijo: Ah, podría
ponerlo todo en presente", recuerda Alferj.
A Leonardo Sciascia lo consideraba "sus pilas. Cuando
necesitaba cargarse leía un libro de él.
Decía que tenía una escritura muy aguda, como un bisturí".
Considera a Camilleri, autor de más de 150 libros, "un escritor
muy necesario porque contó muy bien nuestro país de una forma
generosa y también severa". (ANSA).
ANSA/Letras: Asistente Camilleri fue más que sus ojos
Valentina Alferj lo cuenta por primera vez