De hecho, fue elegido el 31 de enero de 2015 y reconfirmado por el Parlamento el 29 de enero de 2022, antes de prestar juramento el 3 de febrero.
Él mismo se definió como un "árbitro imparcial", al inicio de su primer mandato, y también como un "mecánico", es decir, como alguien que recibió de la Constitución "la caja de herramientas' para 'intervenir cuando el sistema se atasca".
Una caja inmaterial pero no privada de eficacia que el presidente tuvo que utilizar en varias ocasiones, desde crisis de gobierno hasta la disolución anticipada de las Cámaras.
Y más a menudo todavía, en silencio, haciendo de nexo las robustas oficinas del Quirinal con el Palazzo Chigi, en la ardua tarea de equilibrar muchos decretos-leyes que habrían encontrado un no por parte del Colle cuando fueron escritos inicialmente.
También fue determinado en mitigar algunas de las controversias de la oposición que siempre lo han "tomado de la chaqueta".
"Yo -se vio obligado a explicar- sonrío cuando me piden que no promulgue una ley porque es errónea.
Si es claramente
inconstitucional, tengo el deber de no promulgarla, pero si es
incorrecto, no soy yo quien está llamado por la Constitución a
juzgar si es correcto o incorrecto, sino el Parlamento".
Su actitud imparcial y tono tranquilo le valieron el cariño
de los ciudadanos con índices de aprobación personal que superan
a los de cualquier político.
El presidente siciliano es un católico progresista, pero
atento al avance de los derechos civiles: su liderazgo tuvo el
mantra del respeto constitucional y la necesidad de no violar el
espíritu secular de la República.
Más bien, hizo explícitas sus creencias religiosas
personales en sus documentos, con extrema atención al mundo de
la solidaridad y las dificultades.
Profundamente antifascista, tuvo la oportunidad de dejarlo
claro desde el principio: el 31 de enero de 2015 eligió visitar
las Fosas Ardeatinas como primer acto de su mandato de siete
años.
Fue un mensaje de arraigo en la historia republicana.
"Ahora y siempre Resistencia", dijo en Cuneo el 25 de abril
de 2023, pocos meses después de confiar la tarea de gobierno a
Giorgia Meloni, la primera presidenta del Consejo de Ministros
al frente de un partido de derecha.
A veces se vio obligado a elegir el camino más difícil: un
caso emblemático ocurrió en 2018, cuando se opuso a la entrada
en el ejecutivo amarillo-verde, es decir, el "Conte 1" apoyado
por la Liga y el Movimiento Cinco Estrellas, del economista
Paolo Savona.
Para él, un europeísta convencido, era demasiado: Savona,
euroescéptico, había llegado hasta el punto de apoyar la salida
de Italia del euro y no habría podido dirigir un ministerio tan
importante como el de Economía.
Mattarella se mostró igualmente decidido en la crisis de
gobierno de febrero de 2021, que se abrió tras la caída del
segundo ejecutivo de Giuseppe Conte.
El presidente, consciente del impasse de las fuerzas
políticas, tomó una decisión independiente y confió la tarea a
Mario Draghi.
La posición sin tapujos del Quirinal sobre el Covid-19 fue
fundamental: Mattarella comprendió inmediatamente su gravedad y
apoyó las medidas de contención.
La foto del presidente en el hospital Spallanzani, esperando
pacientemente la vacuna junto a muchos otros ciudadanos,
permanece grabada en el imaginario de los italianos.
Y también la imagen de Mattarella con máscara bajando las
escaleras del Altar de la Patria, solo en el blanco deslumbrante
del mármol.
Defensor puntual de los intereses italianos -emblemática es
su defensa de Raffaele Fitto para el puesto de vicepresidente
ejecutivo de la Comisión Europea-, Mattarella construyó
relaciones personales que lo conviertieron en el auténtico
interlocutor de Italia en el escenario internacional.
Siempre dispuesto a mediar y a suavizar las fricciones
interpersonales (como las del presidente francés Emmanuel Macron
y Meloni), el jefe de Estado fue un ancla de la política
exterior italiana en el europeísmo.
Asimismo, Mattarella se ganó la simpatía de los italianos
por su sencillez gracias a su capacidad de captar las pasiones
de sus conciudadanos.
Un ejemplo de ello es la primera aparición de un presidente
de la República en San Remo, o su constante atención al deporte.
Desde el fútbol hasta el voleibol, desde el tenis hasta el
atletismo, Mattarella siempre se mostró competente recibiendo en
el Quirinal a atletas de todas las disciplinas.
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